Debate de clausura de la segunda edición del ciclo “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana”

La segunda edición del ciclo de diálogos ciudadanos “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana” llega a su fin. Durante los cinco ejes de los que constó (videovigilancia y seguridad; sesgos en los algoritmos; Industria inteligente y medio ambiente; fake news y deepfakes; y Big Data) se buscó proporcionar a la ciudadanía las herramientas para entender … Read more

CVC at the AI for Industry International Congress

The Computer Vision Center will participate in the AI for Industry International Congress, a virtual event organized by Secpho to discover the latest solutions in Artificial Intelligence applied to the industrial sector. The event will be held on April 28-29th through the Secpholand platform, an innovative online business tool that simulates an interactive virtual environment. … Read more

CVC at MEMEnginy 2021

The Computer Vision Center will participate at MEMEnginy 2021, organized by the UAB’s Engineering School, which this year will be held virtually due to the COVID-19 pandemic situation. On the 29th of April, from 10am to 2pm, we will present our training opportunities, both for undergraduate and graduate students, as well as a talk given … Read more

Fake news, deepfakes y desinformación en la era digital: una reflexión sobre hacia dónde vamos y qué soluciones tomar

Lidiar con las fake news y la desinformación es uno de los grandes retos de la sociedad del siglo XXI. Aunque los bulos y la información tergiversada llevan conviviendo con nosotros desde los orígenes de la humanidad, tal y cómo expone Yuval Harari en su libro “Sapiens, de animales a Dioses”,  el auge de Internet y las redes sociales han facilitado que actualmente este tipo de contenidos se multipliquen y tengan una difusión casi sin límites en periodos de tiempo muy cortos, llegando a poner en peligro el propio funcionamiento de la democracia, como se vio, por ejemplo, en el reciente asalto al Capitolio de EE.UU. Además, el avance de la Inteligencia Artificial, ha provocado que la manipulación o generación de vídeos, imágenes y audios falsos (conocidos como deepfakes) sea cada vez más realista, económica y fácil de realizar.

En un momento en el que cada vez es más difícil discernir entre lo real y lo imaginario, es importante reflexionar sobre el impacto que puede tener esta tecnología en la sociedad y sobre cómo debe abordarse este problema desde diferentes ámbitos. Con este objetivo en mente, el Centro de Visión por Computador (CVC), en colaboración con el Observatorio Social de la Fundación “la Caixa”, organizó el pasado 8 de abril en el Palau Macaya de Barcelona el debate “Fake News y Deep Fakes: sobreviviendo a una realidad inventada“, dentro de la segunda edición del ciclo “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana”. Este debate fue moderado por Núria Martínez Segura, técnica de comunicación y marketing del CVC y contó con la participación de:

  • Dimosthenis Karatzas, investigador del CVC y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB).
  • Mònica Gasol, jefa del Área de Contenidos del Consejo Audiovisual de Cataluña (CAC)
  • Alexandre López Borrull, profesor de los estudios de información y comunicación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
  • Naiara Bellio, coordinadora de Maldita Tecnología
  • Alba Moreno, estudiante de Derecho de la UAB y representante del focus group.

A pesar que el debate se vio afectado por las restricciones a causa de la pandemia de la COVID-19, que redujo el aforo de la Sala de Actos del Palau Macaya, contó con más de 200 espectadores que lo siguieron en directo a través de las redes sociales del CVC.

Deepfakes: ¿son actualmente el principal problema de la desinformación?

Cuando hablamos de deepfakes generalmente nos referimos a vídeos y/o audios en los que la cara y/o la voz de una persona han sido manipuladas mediante el uso de Inteligencia Artificial de manera que ese contenido alterado parece auténtico. Esta tecnología puede usarse con fines desinformativos ya que, como mencionó Naiara Bellio, puede ayudar a cumplir los dos objetivos principales de la difusión de contenidos falso: influir en una batalla ideológica y manipular el discurso público.

Sin embargo, tal como remarcó el Dr. Dimosthenis Karatzas, no todos los usos de esta tecnología son negativos: “Las tecnologías no están creadas con el objetivo específico de crear fake news. De hecho, no existe una tecnología de fake news; existen tecnologías de generar contenidos. Estas tecnologías tienen varias aplicaciones, positivas y negativas. No existe una tecnología mala o buena, sino que depende del uso que se le dé”. Para ejemplificarlo, mencionó la tecnología Lip-Sync (sincronía de labios), que consiste en mover la boca de una cara para que parezca que diga otra cosa. “Esto, puesto en la boca de un actor para que en vez de hablar inglés hable español y que así tenga correspondencia con la traducción, es un uso bueno. Puesto en boca de un presidente lanzando un mensaje con fines bélicos, es un problema”, concluyó el subdirector del CVC.

En este sentido, Naiara explicó que, por parte de los verificadores de contenido, los deepfakes no son todavía un problema con el que suelan lidiar: “este tipo de tecnología todavía no es un formato que prolifere o se haya extendido hasta ese punto de gravedad con el que se califica. En nuestro medio recibimos vídeos con desinformación a diario, pero normalmente se trata de imágenes manipuladas o editadas, vídeos ralentizados o mal subtitulados, pero no este tipo de tecnología”. Sin embargo, afirmó que es ingenuo pensar que no puedan ser un problema más adelante, cuando esta tecnología sea más accesible y simple para el usuario medio.

Los ponentes coincidieron en que los deepfakes y las fake news son solo una parte muy pequeña de todos los formatos que se utilizan actualmente con fines desinformativos y que, por lo tanto, debe abrirse el foco y abordar el problema de una forma más global: “No toda la generación de contenido se hace de forma automática. La mayoría del contenido de hoy en día se genera por personas: tweets, blogs, likes, etc.”, explicó el Dr.  Karatzas.  La Sra. Bellio fue un paso más y añadió: “Nosotros pedimos que no se hable únicamente de fake news porque no existe como tal una noticia falsa. Pedimos que se llamen contenidos falsos o desinformación, porque al fin y al cabo lidiamos con diferentes formatos y grados de desinformación. Lo que más nos encontramos en Maldita a la hora de analizar no tiene nada que ver con lo que era antes, que solía tener el formato de una noticia de un medio tradicional. Actualmente vemos que los formatos en los que circula la desinformación son sujetos más simples: memes, imágenes y cadenas de texto que circulan por WhatsApp o montajes de titulares”.

El papel de las redes sociales en la desinformación

La tecnología tiene actualmente un papel muy relevante en cuanto a la velocidad, el alcance y la viralización de la desinformación. En este sentido, Mònica Gasol explicó en su intervención inicial el cambio de paradigma que han experimentado desde el Consell Audiovisual de Catalunya (CAC), como órgano regulador y supervisor del cumplimiento de la normativa audiovisual: “Hasta hace poco, los reguladores de contenidos supervisaban los contenidos emitidos por los operadores lineales (radio y televisión), porque allí estaban la mayoría de los contenidos audiovisuales. El avance tecnológico ha producido un cambio acelerado que se plasma en la existencia de nuevos medios, a los que se accede desde múltiples dispositivos y que crean cantidades ingentes de contenidos los cuales, a su vez, están producidos por un número indeterminado y muy elevado de agentes. Hemos pasado de un universo limitado en cuanto a agentes y a contenido a un universo prácticamente infinito”.

El Dr. Alexandre López señaló que debemos poner el foco en nuestra relación con las redes sociales: “Hemos pasado de un momento inicial en el que las redes sociales parecían lo mejor que existía a ver los lados oscuros que a veces presentan. No solo en términos de privacidad, sino en la capacidad que tienen de viralización y de altavoz respecto a las fake news”. Además, añadió que el problema no reside solo en las redes sociales sino en los usos que algunos medios de comunicación hacen de ellas, usando prácticas para ser los primeros en lanzar una noticia o el conocido clickbait (titulares engañosos o sensacionalistas), que han puesto en peligro la veracidad de sus contenidos y minado su credibilidad y prestigio.

Por su parte, Dimosthenis Karatzas remarcó: “La tecnología siempre se ha usado para ganar elecciones: Abraham Lincoln con el telegrama, Franklin D. Roosevelt con la radio, John F. Kennedy con la televisión y, recientemente, Donald Trump con Twitter. Pero antes, la tecnología siempre había sido una herramienta para que un mensaje llegara a más gente y ampliar el foco. Con las redes sociales pasa lo contrario: se usan para crear burbujas informativas. Tú decides a quién seguir y de quién recibir información. La Inteligencia Artificial está en el centro de esta creación de burbujas: si tienes un modelo que elige el contenido que te va a enseñar y ve como reaccionas, puede adecuar la manera en cómo selecciona contenido para alimentarte con lo que tú quieres escuchar. Este modelo es muy fácil tunearlo para que elija unos contenidos concretos para que tú pienses de una manera muy concreta”. En una de sus intervenciones finales, Dimosthenis insistió: “La creación de deepfakes quizás no es lo más importante ahora mismo. La tecnología de comunicación yo creo que es la importante: los sistemas de Inteligencia Artificial que crean estas burbujas de información y que deciden lo que vas a ver y lo no. Este es el punto que a nivel tecnológico debemos mirar y quizás regular”.

La compleja (y necesaria) tarea de legislar en materia de fake news

En su intervención principal, Alba Moreno, representante del focus group y estudiante de Derecho, reveló la falta de regulación que actualmente hay en este ámbito, siendo, sin duda, una de las principales preocupaciones de los integrantes del grupo de trabajo.  

Mònica Gasol explicó que, a nivel europeo, hay poca normativa en este ámbito, pero sí que se han definido unas líneas de actuación, que se podrían resumir en cuatro ejes: (1) intentar mejorar la transparencia de las plataformas en lo referente a los sistemas de difusión y funcionamiento de algoritmos, (2) detección de las fakes news y los focos de desinformación a través de la formación de redes verificadoras, (3) apoyo al periodismo de calidad y (4) empoderamiento de la ciudadanía mediante educación mediática. Además, la representante del CAC remarcó: “hay que tener en cuenta que cualquier actuación en este ámbito debe tener un respecto estricto a la libertad de expresión”.

Alba explicó que algunos países europeos, como es el caso de Alemania, han optado por dar a las propias plataformas la capacidad de autorregularse y que sean ellas mismas las que califiquen los contenidos y actúen de manera punitiva. Una solución con la que no acaba de coincidir: “Al final debe haber un grupo especializado de encontrar o supervisar estas diferentes informaciones, pero en contraposición ¿es posible controlar toda esta información? Es muy difícil. Y esto se mueve tan rápido que es imposible controlarlo”.

Naiara Bellio también opinó sobre el problema de que las redes sociales sean espacios autorregulados, sobre todo, por la falta de transparencia en algunos de sus procesos y en las métricas que usan para tomar una decisión como, por ejemplo, suspender la cuenta de una figura pública, como se ha visto recientemente con el caso de Donald Trump. “¿Quién está tomando esta decisión? ¿Qué parámetros utilizan para evaluarlo? Tendría que haber una discusión más amplia y con agentes que no sean únicamente de propia la empresa, como académicos, expertos en liberta de expresión, fact-checkers, etc. Nadie quiere que una empresa o que un gobierno diga qué es aceptable y qué no en las redes sociales y quién puede tener una cuenta y quién no. El debate debería ser más amplio e incluir otros actores que actualmente no se están teniendo en cuenta”, manifestó la coordinadora de Maldita Tecnología. En esta misma línea, la Sra. Gasol explicó: “La Comisión Europea creó un código de conducta al que se adhirieron algunas de las plataformas más masivas, y que fue seguido y evaluado por un grupo de expertos multidisciplinar. Uno de los elementos que consta en este código es justamente una mayor transparencia por parte de las plataformas en todo lo que concierne a su actuación, tanto a la constitución de estas burbujas informativas como a los criterios que utilizan para aplicar unas u otras sanciones en determinados contenidos”.

En cuanto a cómo debería ser la regulación en este ámbito, hubo diversidad de opiniones entre los ponentes. Mientras algunos de ellos, como Alba y Naiara, no eran partidarias de prohibir contenidos o cerrar cuentas, puesto que podrían poner en riesgo el derecho a la libertad de expresión, otros tenían una visión más “intervencionista”: “A mí sí que me gustaría que los poderes legislativos intervinieran y le dijeran, por ejemplo, a YouTube, que retire los vídeos de propagadores de las pseudociencias, porque todo el mundo no está preparado para entender que eso es falso. Se tiene que respetar la libertad de expresión, pero no la de desinformar. Y aquí es donde tenemos que ponernos de acuerdo, hasta dónde es esta frontera”, opinó el Dr. López. A lo que Mónica añadió: “La regulación es un debate que se debe tener en profundidad partiendo del respeto a la libertad de expresión, pero también hay otros derechos que confluyen y que se deben tener en cuenta. En vista a los resultados de la autorregulación, creo que la necesidad de regulación no hay que descartarla”.

A pesar de esta diversidad de opiniones, en lo que sí que coincidieron todos los ponentes fue en que, en cuanto a la desinformación, no existe una única solución y, ni mucho menos, debería recaer todo el peso en la regulación.

Educación, un antídoto para combatir la desinformación

La desinformación es algo que nos afecta a todos y, como explicó Alexandre Lopez, cada grupo de edad lo sobrelleva de forma diferente: “La gente joven es la que está más acostumbrada a cambiar contenidos o generarlos de nuevo, por lo que van aprendiendo a discernir los documentos o vídeos que reciben. La gente mayor, por su parte, es la que tiene más confianza en los medios de comunicación tradicionales, pero, a la vez, reciben información de una forma directa, como por WhatsApp, a la que le dan veracidad porque proviene de alguien cercano o de confianza. Al final, todos los colectivos tienen problemas y no es un problema de periferias; las clases medias tienen también dificultades para verificar y saber si un contenido es falso o no”. A lo que el Dr. Dimosthenis Karatzas añadió: “Los jóvenes tienen más acceso a las redes sociales pero los números dicen que los mayores diseminan unas 7 veces más la información que es falsa. Todas las edades tienen algo que decir o algo que hacer en esta cadena de desinformación y no estaría bien enfocarnos en unos u otros”.

En este sentido, los ponentes coincidieron que la educación y la alfabetización mediática y tecnológica son soluciones muy importantes, que deben llegar a todos los grupos de edad y centrarse en las necesidades de cada uno de ellos: “Hace falta educación continua, no solo en la universidad sino a lo largo de la vida y, especialmente, cuando las cosas van cambiando”, expresó el Dr. D. Karatzas y añadió: “También hace falta un cambio en el currículum. Los ingenieros necesitan formarse también en filosofía, historia, ciencias sociales, para poder tener el marco mental que les permitirá pensar sobre lo que están desarrollando. Y lo mismo, al contrario, en los grados de ciencias sociales es importante que se dé una pincelada sobre cómo avanza esta tecnología”. A lo que el Dr. A. López concordó y expresó la necesidad de encontrar el equilibrio entre especialización y multidisciplinariedad en los futuros profesionales. “Intentemos revertir esto y que una educación o profesión pueda ser transversal, desde los ingenieros que hablan de ética hasta los filósofos que hablan de números o cualquier ámbito. Sí que nos hemos de especializar, pero con un conocimiento base”, añadió Alba Moreno a este punto.

Hablando de actuaciones específicas, Mònica Gasol explicó que una de las líneas de actuación del CAC es la alfabetización mediática mediante el programa educativo EduCAC, en el que participa también el Departamento de Educación de la Generalitat de Catalunya, y que tiene como objetivo fomentar el espíritu crítico en la infancia y la juventud. Por su parte, Naiara Bellio, explicó el compromiso de Maldita.es con la alfabetización mediática de la ciudadanía, a todos niveles: “Desde Maldita tenemos muchos proyectos de educación y alfabetización en colegios, institutos, universidades y para el profesorado. Pero también estamos presentes en otros ámbitos que van desde empresas, organizaciones, particulares, colectivos y asociaciones, que no solo están basados en la educación. No tienes que pasar únicamente por el proceso de la universidad para generar todo este conocimiento que te ayude a abordar procesos desinformativos, sino que pueden estar presentes en cualquier momento de tu vida”.

Otras soluciones

A parte de la regulación y la educación, al final del debate se dieron unas pinceladas en otras soluciones que podrían hacer frente a la desinformación.

En primer lugar, el Dr. Karatzas, dio la visión de cómo la tecnología también puede ser una aliada a la hora de detectar contenidos falsos y combatirlos: “es la misma tecnología la que genera y la que detecta. Para crear una buena imagen sintética, el mejor método es crear un buen detector. Si podemos engañar a este detector, significa que lo estamos haciendo bien. Y al revés: para construir un buen detector, lo mejor que podemos hacer es construir un buen sintetizador. Con lo cual, es la misma tecnología que avanza mano a mano. Usarla para combatir los “malos”, no es cuestión de la tecnología, sino de quién de los dos avanza más rápido”.

Por otra parte, el Dr. López explicó la ventana de oportunidad que el actual escenario de desinformación representa para los medios de comunicación tradicionales para volver a recuperar la credibilidad y prestigio de antaño: “Hemos visto ahora con la pandemia que los medios de comunicación se han puesto las pilas y, en este caso, yo creo que han sabido actuar bien y rápido. Nunca antes habían estado los doctores e investigadores tan presentes en los medios de comunicación y eso da un valor añadido a la credibilidad”. Alexandre también puntualizó la importancia de que los medios de comunicación recuperen el papel central en la información y para ello, la verificación de la información y contraste de fuentes es imprescindible.

Conclusiones

La difusión de información falsa ha sido una práctica habitual desde tiempos inmemoriales, pero con el avance de la tecnología, esta se extiende de forma inmediata y desmesurada, siendo, a la vez, más difícil de detectar, analizar y contrarrestar. Si bien es cierto que la tecnología de los deepfakes puede agravar esta situación, dando lugar a la creación de contenidos falsos casi imposibles de verificar, también puede proporcionar aplicaciones que resultan muy beneficiosas para la sociedad. Además, esta misma tecnología también se puede convertir en una gran aliada para detectar el contenido falso y una potente herramienta para facilitar y agilizar el trabajo de los verificadores de contenidos. Poner freno al avance de esta tecnología, por lo tanto, supondría sacrificar el impacto positivo y las ventajas que puede llevar a la sociedad. Sin embargo, es necesario ser conscientes de las consecuencias que puede conllevar para buscar soluciones que puedan anticiparse a sus usos negativos. En este sentido, la ética juega un papel muy relevante para que el avance tecnológico se produzca de forma positiva, justa y responsable.

Además, el foco del problema no hay que ponerlo solo en los deepfakes. La tecnología y, en gran medida, las redes sociales, también influyen en la diseminación o viralización del contenido falso, pero, a la vez, en la creación de burbujas de información que influyen en el tipo de contenidos que consumimos, dando lugar a un sesgo informativo y dificultando la oportunidad de contrastar la información. Para ello, es necesaria una mayor transparencia en el desarrollo de los algoritmos que hay detrás de las redes sociales y en el conocimiento que tenemos de ellos como usuarios.

En cuanto a la regulación en materia de desinformación, se debería tener en cuenta los cambios y necesidades que nos plantea el mundo digital para actualizar y adaptar las leyes a este nuevo y complejo escenario. Uno de los retos que afronta esta problemática es, sin duda, cómo hacer compatible la libertad de expresión e información con el derecho de la población a una información diversa y confiable.

La educación es otro de los grandes pilares para combatir la desinformación. La alfabetización mediática (y también la tecnológica) es clave para el desarrollo del pensamiento crítico en la ciudadanía, un aspecto fundamental para tener una mayor capacidad para discernir el contenido real y el falso. Esta educación debe ser a todos los niveles y respondiendo a los problemas y necesidades de la ciudadanía en su globalidad.

Finalmente, medios de comunicación y el periodismo de calidad pueden encontrar en este escenario una oportunidad para reivindicar su verdadero valor. La recuperación de las buenas prácticas periodísticas, transparencia, verificación y contraste de fuentes pueden ayudar a recuperar su credibilidad y papel central en la información.

Para más información sobre los siguientes debates de la segunda edición del ciclo “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana”, puedes consultar el calendario de actividades en la página web del proyecto: http://iabcn.cvc.uab.es/

Debate: “Big Data e Inteligencia Artificial: ¿son mis datos el nuevo petróleo?”

Cada vez hay un interés más elevado por conseguir la mayor cantidad de datos posibles de las personas a nivel individual y de la ciudadanía en su conjunto. Hasta hace pocos años la cantidad de información que se podía extraer de esos datos era muy limitada, pero con la expansión de la Inteligencia Artificial es … Read more

Debate “Fake News y Deep Fake: sobreviviendo a una realidad inventada”

La generación de contenidos falsos no es algo novedoso. Sin ir más lejos, Hollywood lo lleva haciendo desde la introducción de los efectos especiales en el mundo cinematográfico. Pero era necesario disponer de tiempo, especialistas, dinero y el acceso a tecnologías muy limitadas para poder hacerlos. Sin embargo, a día de hoy, casi cualquier persona … Read more

AI4ALL Demoday: set projectes d’emprenedoria innovadors en Intel·ligència Artificial

La tercera edició del curs “AI4ALL: Intel·ligència Artificial aplicada a la Indústria” ha arribat a la seva fi i s’ha acomiadat amb la celebració d’un Demoday, en el qual s’han presentat un total de set projectes basats en tecnologies d’Intel·ligència Artificial (IA), capaços de solucionar necessitats reals del mercat.

AI4ALL és un curs promogut per la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB) a través del seu Parc de Recerca, l’Escola d’Enginyeria UAB, el Centre de Visió per Computador i l’Institut d’Investigació en Intel·ligència Artificial del CSIC i amb el suport del Departament d’Empresa i Coneixement de la Generalitat de Catalunya, a través del Programa Catalunya Emprèn, que va néixer amb la finalitat de fomentar l’emprenedoria en el sector de la Intel·ligència Artificial. El curs d’enguany, ha dotat a un total de 21 alumnes d’eines tecnològiques i empresarials per dissenyar productes d’IA capaços de solucionar necessitats reals del mercat.

El curs ha finalitzat el 25 de març amb un Demoday virtual en el qual s’hi han presentat els projectes empresarials dissenyats pels propis alumnes. El director del CVC, el Dr. Josep Lladós, ha participat en aquesta sessió com a jurat, juntament amb Eduardo Ángel Urruticoechea, professor d’Enginyeria de la Universitat de Barcelona, Lissette Lemus, gestora de Transferència de Tecnologia a l’Institut d’Investigació en Intel·ligència Artificial del CSIC, i Pablo Perea, responsable d’inversions a GoHub Ventures, encarregats de valorar els projectes finals.

EchoSense, seleccionat com a millor projecte

El projecte guanyador ha estat EchoSense, una tecnologiasoftware basada en IA que fa servir ecos d’ona per explorar espais en 3D i que té aplicacions en el camp de la seguretat, la monitorització de signes vitals i patrons de comportament, i el control. Impulsat per Àlex Turpin, doctor en Física per la UAB; Jordi Mompart, professor de Física a la UAB, i Antonella Rodogno, fundador i CPO de ChineSpain, EchoSense es diferencia de les tecnologies existents perquè funciona amb hardwares ja existents i perquè respecta totalment la privacitat, ja que no fa servir càmeres de cap tipus.

SafeTracker, idea més innovadora

El projecte SafeTracker ha estat seleccionat com la idea més innovadora del programa. Es tracta d’una aplicació multidispositiu per millorar la seguretat dels usuaris de bicicleta que combina més d’un centenar de paràmetres i ofereix recomanacions en temps real. Darrere d’aquest projecte hi ha Ricard Kroebel, analista senior a la Creu Roja; Sergio Redondo, enginyer de Telecomunicacions; Vicenç Rosales, Marqueting Events Manager al FCBarcelona; Marc Subirà, IT Head Data & Sport Technology al FCB, i Manuel Velasco, desenvolupament corporatiu a RAED.

Els altres projectes que s’han desenvolupat són els següents:

  • FraudResearch: plataforma per detectar de manera automàtica el frau industrial, creada per Bernat Coma, Ivan Pérez i Albert Calvo, doctorands de la Universitat Politècnica de Barcelona, i Luis Delicado, desenvolupador de software.
  • Control ON: operador de robots científics per a un control predictiu extrem en sistemes hipercomplexos, com plantes de processament o xarxes intel·ligents, sense aturar els processos. Creat per  Luis A. Cedano i Pau Barceló, de l’empresa BCN_ATOMICS.
  • SORAIA: aplicació de salut predictiva d’IA per a pacients que necessiten ser monitoritzats. Creat per Eduardo Díez i Francisco Ochando, enginyers informàtics amb experiència en l’àmbit de la salut, integren l’equip.
  • AIJobs: aplicació per introduir currículums i ofertes de treball, i poder fer una preassignació automàtica. Creada pel professor d’Informàtica de la UAB Remo Suppi, de la professora de Dret processal de la UAB Cristina Riba, de la tècnica de promoció econòmica Raquel López i del consultor en tecnologies digitals Jordi Planes.
  • LetMeHelp: plataforma de suport a la gestió de situacions d’emergència i que, per mitjà de simulacions, permet millorar els protocols. L’aplicació es nodreix, entre d’altres, de les dades que aporta la ciutadania i pot donar recomanacions en temps real. Creada per tres enginyers i emprenedors: Esteve Aymerich, Joan Casellas i Daniel Benítez.

Més informació: https://www.uab.cat/web/detall-noticia/projectes-d-emprenedoria-innovadors-en-intel-ligencia-artificial-1345774818865.html?noticiaid=1345839724932

Vídeo del DemoDay: https://youtu.be/S1vkHAvyxeA

Pros y contras medioambientales del uso masivo de la Inteligencia Artificial

Hay un amplio consenso en torno a que el actual modelo económico no es sostenible, que es necesario llevar a cabo una “revolución” que nos permita mitigar las consecuencias del cambio climático y dejar un mundo más habitable a las futuras generaciones. Por ello, conceptos como economía circular, crecimiento sostenible, descarbonificación, etc., están cada vez más presentes en nuestro día a día. La importancia de cuidar el medioambiente se ve reflejada en su cada vez mayor peso en la agenda política, como lo demuestra su inclusión en varios de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y en la Agenda 2030 de la Organización de las Naciones Unidas.

Son objetivos ambiciosos, que no se van alcanzar solo con acciones de la ciudadanía, también será imprescindible modernizar el modelo industrial. En este proceso, la Inteligencia Artificial ha de ser un actor clave, cómo lo está demostrando con su papel en la implementación de la llamada “Industria 4.0”, una nueva manera de organizar los medios de producción que nos podría ayudar a conseguir un mundo más sostenible, justo y equitativo.

Para debatir sobre las amplias oportunidades y los retos que supone el incorporar la Inteligencia Artificial a los procesos industriales y su enfoque medioambiental, el Centro de Visión por Computador (CVC), en colaboración con la Fundación “la Caixa”, organizó el 23 de febrero en el Palau Macaya el debate “Industria inteligente y medioambiente: de cara a un futuro sostenible”, dentro de la segunda edición del ciclo “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana”. Este debate, moderado por el Director de Comunicación del CVC, el Dr. Carlos Sierra, contó con la participación de:

  • Sr. Coen Antens, responsable de la Unidad de Soporte Tecnológico del CVC
  • Dra. Amparo Alonso Betanzos, presidenta de la Asociación Española de Inteligencia Artificial (AEPIA) e investigadora de la Universidade da Coruña
  • Sr. Antoni Manzano, cofundador y director científico de Aizon
  • Sra. Marta Subirà i Roca, secretaría de la Secretaría de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la Generalitat de Catalunya
  • Sr. Ramón Espuga, cofundador y director de tecnología de Imotion Analytics (representante del grupo de trabajo)

A pesar que el debate se vio afectado por las restricciones causadas por la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19, que redujo el aforo de la sala Macaya a la mitad, el acto contó con más de 340 espectadores que lo siguieron a través de las redes sociales (Facebook, Twitter y YouTube) del CVC.

Industria 4.0 y medioambiente: Una unión bien avenida… o no

La percepción intuitiva cuando hablamos de Industria 4.0, aquella en la cual la Inteligencia Artificial está plenamente implementada, es que será una industria más sostenible y por lo tanto más respetuosa con el medioambiente. Esto evidentemente puede ser así si se utiliza la Inteligencia Artificial de manera eficaz, pero hay que tener en cuenta que los algoritmos también consumen una gran cantidad de energía cuando los entrenamos y los implementamos.

Un ejemplo positivo de cómo la Industria 4.0 nos puede ayudar a cuidar el planeta lo proporcionó Coen Antens al hablar de la separación de residuos. “A día de hoy, la gestión de los residuos es muy tradicional, podríamos decir que aún están en la Industria 2.0 y es necesario avanzar. En analogía con los Smartphones, debemos ir hacía el smart recycling, y eso solo se consigue si vamos más allá de la tarea que tenemos como ciudadanos e invertimos en las plantas donde se produce la gestión de residuos, por ejemplo, los Ecoparks, donde la Inteligencia Artificial ya se está utilizando para optimizar procesos de reciclado. Nosotros, mediante la Visión por Computador, estamos consiguiendo ya tasas de separación correcta de los diferentes tipos del plástico del 80%, una cifra muy importante porque sin separación no hay reciclaje, y en casa no podemos separar entre distintos tipos de plásticos”.

La Sra. Marta Subirá i Roca compartió esta visión de que industria e Inteligencia Artificial han de ir de la mano para conectar con las necesidades de implementar un desarrollo económico sostenible. “El medioambiente se encuentra hoy en el centro de todas las políticas industriales. Esto, que parece de sentido común, es un fenómeno relativamente nuevo, antes la industria no iba conectada ni con el medioambiente ni con la tecnología. Sin embargo, ahora el Departamento de Medio Ambiente y el de Políticas Digitales trabajan conjuntamente para que esto no sea así. Por ello, desde la Generalitat de Catalunya nos hemos unido al Pacto Verde Europeo, que propone una economía más verde y digital, ya que en la lucha contra el cambio climático se necesita apostar por la digitalización, y promover una economía circular, basada en ejemplos como el de la gestión de residuos que se ha mencionado anteriormente”, declaró la Sra. Subirà i Roca.

La cruz la puso la Dra. Amparo Alonso. “Es un hecho que somos capaces de analizar enormes cantidades de datos provenientes de múltiples fuentes, pero eso exige el consumo de gran cantidad de recursos informáticos, por lo que es necesario realizar procesos de computación en nube. De esta manera alcanzamos elevadísimos niveles de precisión, pero a cambio de consumir mucha energía y emitir cantidades de CO2 muy elevadas a la atmosfera, por lo que debemos reflexionar muy seriamente. Sin ir más lejos, en 2016 los centros de procesamiento de datos más reconocidos realizaron el 3% del total del consumo eléctrico del mundo. Una cifra que en el caso del Reino Unido se disparó al 40%”, expuso la Dra. Alonso en su intervención inicial.

En esta misma línea profundizó el Sr. Ramón Espuga. “Hay que automatizar solo si con ello logramos una mayor productividad y eficacia, no hacerlo porque sí, sin un análisis previo de los costes y los beneficios, Para ello, hay que tener en cuenta el impacto de carbono que supone automatizar, y si este es mayor que antes de automatizar es que algo no estamos haciendo bien”.

De esta manera quedó demostrado, una vez más, que la intuición en ocasiones no da las respuestas correctas, que son necesarios análisis más sosegados, detallados y profundos.

¿Cómo hacer la industria 4.0 más sostenible?

Todos los participantes en el debate estuvieron de acuerdo en que para poder desarrollar una Industria 4.0 más sostenible, universidades, centros de investigación, empresas, administraciones públicas y ciudadanía tienen que ir de la mano.

Desde la universidad, Amparo resaltó que “la sostenibilidad es uno de los siete pilares de la estrategia de la Inteligencia Artificial en la UE, en la que España está adherida mediante el Programa Nacional de Algoritmos Verdes. Con este plan se persigue hacer áreas de la industria más sostenibles, cómo por ejemplo conseguir utilizar menos fertilizantes en la agricultura”. Pero hay más ejemplos, que pueden ir desde “disminuir sutilmente la precisión del algoritmo utilizando menos datos para entrenarlo, lo cual implica un envío menor de datos a la nube, con la consiguiente disminución de emisiones de CO2, hasta la implementación del mantenimiento predictivo, es decir, saber por ejemplo cuando un equipo va a fallar y prever con tiempo su reparación, pasando por crear bases de datos abiertas, las cuales manteniendo la privacidad, puedan permitir a las empresas y centros de investigación compartir sus datos para entrenar sus algoritmos sin la necesidad de que cada uno genere los suyoss propios”, continuó Amparo.

Por parte de los centros de investigación, Coen puso el ejemplo de la estrategia del CVC, claramente enfocada a conocer las necesidades de las empresas “para poder así generar el conocimiento necesario para ofrecer soluciones dentro del contexto específico de la empresa, teniendo en cuenta desde un principio la reducción del impacto en el entorno”.

Por parte de las Administraciones Públicas, estas por supuesto han de legislar, pero esto no es suficiente, “hay que conseguir también que la ciudadanía sea consciente de su contribución y se involucre en la implementación de las leyes y regulaciones, sino estas tendrán un impacto muy limitado. Un ejemplo claro, es la calidad del aire, todo el mundo quiere vivir en ciudades con mejor calidad, los centros de investigación alertan de los peligros sanitarios asociados a una mala calidad del aire, pero aun así es muy complicado cambiar las costumbres de las personas. Por eso, hay algunas iniciativas, como la que recientemente se ha empezado a implementar en Sant Cugat del Vallès, en la que se pretende suministrar sensores a la ciudadanía que va a pie o en bici para tener mejores datos sobre la calidad del aire en las distintas zonas de la ciudad. De esta forma se pueden explicar los resultados de una manera más personalizada, intentando así influir de una manera más eficaz para lograr cambios de hábitos en la ciudadanía”, razonó la Sra. Subirà i Roca. Este tipo de iniciativas buscan, por lo tanto, no solo informar, sino también formar ya que en los últimos años se ha producido un fenómeno aparentemente paradójico, que es que “la conciencia ambiental ha aumentado, pero la educación ambiental ha disminuido. Somos más activistas, pero con menos formación, y esto hay que intentar revertirlo”, afirmó Marta.

Por parte de la industria, el Sr. Toni Manzano expuso que la clave es “buscar los beneficios colaterales. Si un proceso controlado por la Inteligencia Artificial es eficiente, tiene que aportar aspectos positivos más allá del proceso automatizado en sí”. Un ejemplo muy claro en la industria química es la automatización de la limpieza de los biorreactores, un proceso crítico para estas industrias por, entre otros factores, los episodios de contaminación que pueden provocar. “Mediante la Inteligencia Artificial se ha conseguido que, durante la limpieza, se emitan menos compuestos volátiles contaminantes a la atmósfera. Esto tiene un beneficio para la empresa, ya que se evita pagar multas por provocar episodios de contaminación, pero también es un beneficio clarísimo para el entorno, que gana calidad ambiental”, continuó Toni.

Pero hay otros muchos ejemplos, tal y cómo se encargó de mostrar Ramón Espuga. “Sí, los beneficios colaterales son un muy buen medidor. Pensemos en el campo de la logística y la problemática de la última milla. La Inteligencia Artificial puede proporcionarnos soluciones que hagan posible la entrega eficaz de productos de China en nuestro barrio, pero, ¿es esto eficiente y óptimo? No, lo mejor para el planeta es, en muchos casos, comprar productos de proximidad en el comercio local, por lo tanto, en este caso no hay beneficio colateral en el uso de la Inteligencia Artificial, no es eficiente”.

El triángulo academia – industria – administraciones públicas

La relación universidades y/o centros de investigación con las empresas no es fluida, aún hay mucha desconfianza entre ellas y esto hace que, en el caso de la Industria 4.0, se avance más lento hacía su plena implementación. Solucionar esta problemática es tarea de todos los actores involucrados.

Coen Antens explicó que desde el CVC la estrategia es ir a buscar a las empresas, visitarlas, conocer sus problemáticas, intentar aportar soluciones e informarles de las ayudas públicas existentes para financiar las primeras fases de estos proyectos. “La realidad es que hacemos mucha labor de comercial, y esto no debería ser así, tendría que ser la administración publica la que, a través de sus canales, diese a conocer de una manera eficaz la existencia de este tipo de ayudas”, reivindico el Sr. Antens.

La Dra. Alonso, por su parte demandó la creación de ecosistemas, gestionados por las administraciones públicas, en donde coincidan empresas, universidades y centros de investigación. “Y cuando hablo de empresas no me refiero solamente a las grandes empresas tractoras, sino también a las PYMES y las start-ups. Esto es muy positivo para todas las partes y podría ayudar a que el ecosistema español fuese más atractivo y evitar la fuga de talento, porque talento hay, y mucho”, desarrolló Amparo.

Por parte de la industria, el Sr. Toni Manzano declinó opinar porque él se encuentra mucho más familiarizado con el ecosistema americano, cuyas particularidades difieren en mucho de las del sistema español, mientras que el Sr. Ramón Espuga apuntó una nueva debilidad a solventar. “Muchas veces los proyectos de innovación no se acaban llevando a la industria. Se hacen concursos, muchos de ellos organizados por las administraciones públicas, dónde se llevan ideas, prototipos, se premia a los mejores, pero ahí se quedan”.

Ante las múltiples alusiones a las administraciones públicas en este bloque del debate, la Sra, Subirà i Roca no escurrió el bulto. “Estoy totalmente de acuerdo en que las administraciones debemos y podemos hacer más. Primero, totalmente de acuerdo en que hay que retener el talento y, quizás, dejar de hablar de la creación y atracción del talento. Segundo, somos plenamente conscientes de la separación existente entre academia e industria y desde la Generalitat de Catalunya estamos esforzándonos en cerrar esa brecha. Para ello se han puesto en marcha programas conjuntos entre el Departamento de Empresa, el de Políticas Digitales y el de Medio Ambiente y Sostenibilidad cuyo objetivo es que empresas y academia encuentren líneas más coordinadas para poder acceder a ayudas a la innovación. Pero debimos seguir mejorando, esto no es suficiente”, reconoció Marta.

La revolución de la Industria 4.0 y su impacto en el empleo

Uno de los mayores temores de la ciudadanía cuando se habla de esta nueva revolución industrial es si esta va a suponer una destrucción irreversible de muchos puestos de trabajo y que va pasaría con estos futuros desempleados.

Todos los participantes en el debate estuvieron de acuerdo en que la Industria 4.0, cómo todas las revoluciones industriales que las precedieron, va a suponer un cambio muy importante en el mercado laboral porque muchas figuras laborales existentes van a perder su sentido y desaparecerán. Esto provocará que efectivamente una parte significativa de la población actual pueda perder su empleo, pero que también surgirá la demanda de nuevos perfiles para puestos muy especializados, que hará que el empleo se acabe recuperando. La pregunta es, ¿qué pasará durante el periodo de transición de un modelo a otro?

Para Ramón Espuga, “es necesario ofrecer por parte de la administración ayudas económicas a las personas que pierdan el empleo durante este proceso de transición e, incluso, plantearnos la implementación de una renta básica universal para los que no consigan adaptarse a este cambio”.

Según Toni Manzano, Inteligencia Artificial y empleo pueden ir de la mano, ya que “los modelos de Inteligencia Artificial necesitan personas que supervisen los procesos de aprendizaje de los algoritmos”.

Coen Antens manifestó su acuerdo con esta visión conjunta de empleo e Inteligencia Artificial. “Quizás debamos ir mentalizándonos que en el futuro en vez de un compañero de trabajo, tengamos un robot compañero, que necesitará cooperar con las personas para llevar a cabo su tarea de manera satisfactoria”.

Por su parte, Amparo Alonso, puso el foco en el hecho de que “hay un déficit de trabajadores especializados, no somos capaces de formar todos los profesionales que el mercado laboral está demandando con motivo de esta nueva revolución industrial. Además, en España se da el caso de que muchos de estos profesionales optan por irse a otros países ante las mejores condiciones que ofrecen”.

Por último, Marta Subirà i Roca, resaltó que “la Generalitat de Catalunya está trabajando para ofrecer formación y prestaciones sociales a todas las personas que pierdan su empleo para que puedan volver a la mayor brevedad posible al mercado laboral”.

Conclusiones

La Inteligencia Artificial está jugando y jugará un papel fundamental en la nueva revolución industrial. Pero el futuro no puede ser automatizar procesos industriales por automatizar, hay que estudiar de manera rigurosa si esta automatización supone un incremento de la eficiencia, o si abre la puerta a procesos que con la tecnología actual no es posible realizar.

“No es necesario tener modelos muy sofisticados de aprendizaje profundo para cualquier cosa, como por ejemplo para que una plataforma conozca con mejor detalle mis gustos y me recomiende la película A o la B, pero ¿queremos renunciar a mejores diagnósticos médicos por ser más sostenibles medioambientales?”, planteó la Dra. Amparo Alonso.

Para Toni Manzano “aún estamos lejos de saber cuál es el beneficio real de la Inteligencia Artificial frente al coste energético. Pero si sabemos que hay procesos vitales que, sin la automatización facilitada por la implementación masiva de la Inteligencia Artificial, no serán posibles. Un ejemplo muy actual es la fabricación y distribución de dos mil millones de dosis de vacunas contra la COVID-19, tal y cómo pretende la OMS. La fabricación y distribución de cada una de estas dosis tiene que estar supervisada desde el principio hasta su administración, y es evidente que solo con la tarea humana no se puede lograr”.

Ramón Espuga profundizó en el razonamiento de Toni. “El impacto global en términos energéticos de la Inteligencia Artificial es, efectivamente, muy complicado de medir. Pero en realidad lo que importa no es la energía que se consuma, si no de dónde proviene esta energía. Esta energía no tiene porque ser sucia, puede venir de fuentes renovables. En realidad, es lo mismo que pasa con el coche eléctrico, su implementación compensará si la energía eléctrica que con lo que se le alimenta es energía verde. Si usamos petróleo o carbón para producir la electricidad del coche eléctrico será lo mismo que si utilizamos un coche de gasolina”.

Para conocer este impacto global de la Inteligencia Artificial, la Sra. Marta Subirà i Roca lanzó una idea que suscito el interés de los demás participantes. “Antes de realizar una obra de una cierta envergadura es necesario realizar una evaluación de su impacto medioambiental, ¿deberíamos hacer una evaluación de impacto energético de los algoritmos? De esta manera, y en línea de los expuesto por Amparo, seguramente la evaluación de impacto de utilizar algoritmos de gran complejidad para realizar diagnósticos médicos precisos saldrá positiva, mientras que si lo hacemos para recomendar películas la evaluación sería negativa”.

Cómo se puede ver no hay una única respuesta única correcta a todas las cuestiones planteadas durante este debate, pero lo que si que quedó claro es que es necesario y posible optimizar los algoritmos para que funcionen correctamente con el menor número de datos posibles, tal y como concluyó Coen Antens. “Hace unos años entrenábamos las redes neuronales como si hubiera buffet libre, y nos servíamos del mayor número de datos disponibles, sin plantearnos si necesitábamos o no tal cantidad de datos. Si teníamos, por ejemplo, 100.000 datos utilizábamos 100.000 datos y los resultados eran buenísimos. Pero a veces solo teníamos 10.000 datos… y los resultados seguían siendo casi igual de buenos. La avidez que tenemos por los datos es una muestra más de la gula del ser humano. Y la gula nunca es el camino”.

Jornada de ponències “Dona i Enginyeria” per celebrar el dia Internacional de la Dona

Per celebrar el Dia Internacional de la Dona, l’Escola d’Enginyeria de la UAB organitza una jornada on hi haurà un programa de ponències que el protagonitzaran íntegrament dones de diferents àmbits de l’enginyeria. La jornada es celebrarà el mateix dilluns 8 de març a partir de les 15:00 hores i el programa de la mateixa … Read more

Algoritmos y sesgos: aún hay tiempo para minimizar sus consecuencias y construir una IA más justa y representativa

Uno de los grandes retos presentes y del futuro de la Inteligencia Artificial (IA) son los sesgos en los algoritmos. En los últimos años, han salido a la luz varios casos en los que la IA ha actuado de forma injusta o discriminatoria hacia ciertos colectivos. Ejemplos que han tenido un gran impacto mediático son los casos de Amazon, que en 2018 tuvo que desechar un sistema de reclutamiento por su sesgo contra las mujeres, de Google, que en 2015 tuvo que pedir disculpas después de que el algoritmo de Google Photos etiquetara como “gorilas” la foto de dos afroamericanos, y de Microsoft, que en 2016 se vio obligada a retirar el chatbot llamado “Tay” por elaborar mensajes racistas y xenófobos, por mencionar algunos de ellos.

La mediatización de estos casos produce dudas e incertidumbre en la opinión pública sobre el presente y futuro de la Inteligencia Artificial. Por este motivo y, para intentar dar respuesta a por qué se producen los sesgos, cómo podemos minimizar sus consecuencias, y cómo podemos garantizar un futuro con una Inteligencia Artificial más justa, inclusiva y equitativa, el Centro de Visión por Computador (CVC), en colaboración con la Fundación ”la Caixa”, organizó el pasado 26 de enero en el Palau Macaya el debate “Algoritmos sesgados: sin dejar a nadie atrás“, dentro de la segunda edición del ciclo “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana”. El debate, moderado por el Director de Comunicación del CVC, el Dr. Carlos Sierra, contó con el siguiente panel de ponentes:

  • Dra. Maria Vanrell, investigadora del CVC y catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona.
  • Sr. Daniel Santanach, Coordinador de la estrategia de Inteligencia Artificial de Cataluña (Catalonia.AI) en el Departamento de Políticas Digitales y Administración Pública de la Generalitat de Catalunya.
  • Dra. Marta Ruiz Costa-Jussà, investigadora ERC de la Universidad Politécnica de Cataluña (UPC)
  • Sra. Mayte Hidalgo, responsable de estrategia y ética de la IA en everis
  • Sra. Judith Membrives, mentora e investigadora de Experiencia de Persona Usuaria e Innovación en el UXLab de Barcelona Activa.

A pesar que el debate se vio afectado por las restricciones a causa de la pandemia de la COVID-19, que redujo el aforo de la sala de actos del Palau Macaya a la mitad, el acto contó con más de 300 espectadores gracias a la emisión en directo a través de las redes sociales del CVC.

 

Algoritmos o datos: ¿Dónde radica el problema?

El sesgo en la Inteligencia Artificial es uno de los temas más discutidos dentro de este ámbito. Estos sesgos, tal y como explicó el coordinador de la estrategia Catalonia.AI, Daniel Santanach, aparecen porque detrás de cada tecnología siempre hay una o varias personas, con una serie de prejuicios y valores inherentes, que pueden transferirlos a las tecnologías: “Detrás de la IA hay personas que programan los algoritmos, que seleccionan los datos con los que se entrenan y que evalúan los resultados. Y, nos guste o no, las personas estamos sesgadas por un determinado contexto histórico o situación geográfica”.

Por lo tanto, la presencia de sesgos es un hecho innegable y el problema es que, muchas veces, pasan inadvertidos. Sin embargo, una de las preguntas que en el debate suscitó más diversidad de opiniones fue el verdadero origen de estos sesgos: ¿Son los algoritmos los que discriminan? ¿Son los datos los que ya vienen sesgados de serie? ¿O bien se trata de una combinación de ambas situaciones?

En este aspecto, la Dra. Maria Vanrell y Daniel Santanach coincidieron en sus respuestas: no podemos separar el algoritmo de los datos. “La amenaza está en todo: quién lo usa, cómo se programa, con qué datos se ha entrenado, etc. No se puede separar una cosa de la otra”, puntualizó la Dra. Vanrell, a lo que el Sr. Santanach añadió: “por este motivo es importante crear comités éticos para validar tanto los algoritmos que se desarrollan como los datos que se usan para entrenarlos”.

Sin embargo, la Dra. Marta R. Costa-Jussà consideró que el problema reside principalmente en los datos: “En mi comunidad científica, que es el tratamiento del lenguaje natural, atribuimos el sesgo a los datos. Los algoritmos, en el aprendizaje automático, estadísticamente cogen lo que es más probable. Por lo tanto, los algoritmos son neutros, pero pueden amplificar el sesgo de los datos”. Para entender esto, la Dra. Costa-Jussà lo ejemplifica con el caso de los sistemas de traducción automática, que tienden a traducir las palabras neutras del inglés “doctor”, siempre en masculino y, “nurse”, como enfermera en femenino ya que, en el histórico de los datos, aparecen más hombres como doctores y mujeres como enfermeras y el algoritmo tiende a generalizar.

En este sentido, Mayte Hidalgo, que no se decantó por uno u otro, quiso dar un especial énfasis en los datos y la perpetuación del sesgo: “Es importante hacer foco en qué nos puede estar diciendo un determinado grupo de datos acerca de un sesgo inherente y ver si es necesario tomar cautelas para no perpetuar el sesgo que pudieran estar expresando un comportamiento del pasado que quizás ahora deberíamos volver a evaluar”.  

Por último, Judith Membrives, secundó la opinión de que es el dato el que provoca que haya más sesgo y reivindicó la necesidad de una supervisión humana para reducirlos: “La tecnología, como materialización de algo producido por los humanos, no es neutral. Eso no significa que sea mala o buena, el problema está cuando sabemos que los algoritmos trabajan en base de una estadística concreta y no ponemos una supervisión humana a corregir estos sesgos, sino que es a partir de la realidad post-test cuando nos damos cuenta de sus consecuencias. Estas consecuencias, si nos damos cuenta pronto, las podemos arreglar, pero si las detectamos tarde pueden ser daños colaterales de la innovación tecnológica. A mí me preocupa que sabiendo que somos capaces de detectar ciertas cosas e imaginar las consecuencias, tengamos que aceptar estos daños colaterales”.

Educación y regulación, dos soluciones a corto y largo plazo

Como ya hemos visto en los anteriores ejes de este ciclo, la educación tecnológica es clave para que la sociedad pueda enfrentarse a los retos de futuro que conllevará la Inteligencia Artificial. Y como no podía ser menos, en este debate también fue una premisa en la que todos los ponentes coincidieron: “Los cambios tecnológicos avanzan más rápido de lo que los humanos podemos absorber. Conviene tener una fuerte educación en tecnología para evitar la desinformación o la poca familiarización, empezando por los niños, que son los que en un futuro diseñarán estos algoritmos”, afirmó la Dra. Costa-Jussà.

Por su parte, la responsable de estrategia y ética de la IA en everis, Mayte Hidalgo, comentó que también hay que educar sobre los datos, como elemento común de riqueza para la sociedad: “Las personas somos generadores de datos y, al estos ser una expresión de la humanidad, hay que aprovecharlos para el bien común. En este sentido, hay que educar para entender el uso de los datos, empezar a minimizar el concepto apocalíptico de la IA cada vez que sucede cualquier incidencia mediática y ejercer el rol educativo, didáctico y de difusión que empieza a hacer del dato un elemento común de riqueza para la sociedad”.

Estas opiniones fueron secundadas por la investigadora del User Experience Laboratory (UXLab) de Barcelona Activa, Judith Membrives, que introdujo también la necesidad de la regulación: “Es necesario alfabetizar y empoderar a los ciudadanos, pero esto no se consigue de un día para otro. Por lo tanto, debe acompañarse de regulaciones más estrictas, al menos en un momento inicial”.

Como representante de la Administración Pública, Daniel Santanach comentó algunas de las iniciativas que se están llevando a cabo por parte de la Generalitat de Catalunya para la alfabetización de la sociedad en materia de Inteligencia Artificial, y para la concienciación de las empresas, universidades y centros de innovación para la incorporación de comités éticos que participen en la revisión de los procesos de desarrollo de nuevas tecnologías. Además, afirmó que desde la Generalitat se está trabajando en una Carta de Derechos Digitales, actualmente abierta a la participación ciudadana, que servirá para promover un marco legislativo y democrático para garantizar los derechos humanos y las libertades fundamentales de los ciudadanos en la era digital.

Transparencia, confianza y cooperación: tres claves para el progreso

Al inicio del debate, Judith Membrives, comentó que las principales preocupaciones que surgieron por parte de la ciudadanía en el grupo de trabajo fueron la falta de regulación, el miedo a quién tiene el control de nuestros datos y sentimiento de desprotección en torno a la Inteligencia Artificial.

Para dar respuesta a estas preocupaciones generalizadas, en el debate se habló de la importancia de la transparencia en el proceso de innovación y desarrollo de las tecnologías. En este sentido, la Dra. Marta Costa-Jussà puntualizó la necesidad de que las bases de datos contengan más información y detalles que ayuden a los investigadores a saber con qué clase de datos están trabajando y cómo serán los sistemas si los entrenan utilizando los mismos.

Por otra parte, los ponentes también reflexionaron sobre la importancia de la confianza en la tecnología por parte de la ciudadanía y coincidieron de forma unánime en que es imprescindible para el buen desarrollo de la tecnología en un futuro: “Al final, por mucha transparencia que le demos, siempre será necesaria la confianza hacia la Inteligencia Artificial. Con las vacunas, por ejemplo, tenemos confianza. Pero para generar confianza es necesario educar y explicar la Inteligencia Artificial a todos los niveles, desde los niños hasta la sociedad en general”, señaló Daniel Santanach.

Finalmente, también se habló de la cooperación entre empresas y centros de investigación o sector público: “Si somos capaces de abrir y compartir, el progreso se dispara. A las propias empresas les interesa compartir porque es mucho más el beneficio dando que escondiendo”, afirmó la Dra. Maria Vanrell, a lo que la Dra. Marta Costa-Jussà añadió: “Se tiene que cerrar el círculo: la sociedad invierte unos impuestos en la academia, la academia pasa sus resultados a la industria y la industria hace la producción que se revierte en la sociedad. Actualmente la cooperación entre industria y academia es muy grande, los modelos que se entrenan están en abierto y se comparten. La colaboración es muy activa y gracias a eso el progreso es enorme”.

Conclusiones

La neutralidad de la tecnología sigue siendo un tema que suscita confrontación de opiniones y, seguramente no hay una respuesta correcta, si no que depende del concepto de neutralidad que tenga cada uno. Neutra o no, lo más importante el uso que damos a esa tecnología y las consecuencias que pueda generar. Por este motivo, es importante que academia, industria, administración pública y sociedad civil se unan para para garantizar la construcción de un futuro en el que la tecnología se utilice para el beneficio común.

Los sesgos en los algoritmos, al igual que los sesgos en los seres humanos, existen y probablemente van a existir siempre. Forman parte de la inteligencia humana y, tal como mencionó Daniel Santanach haciendo referencia al libro de Sápiens de Yuval Noah Harari “son los que nos han llevado a los seres humanos hasta dónde hemos llegado hoy en día como especie”. Sin embargo, esto no es una excusa para no tratar de minimizar las consecuencias negativas que puedan conllevar. La construcción de comités éticos, los equipos multidisciplinares y diversos, los mecanismos supervisión y la transparencia tanto en los datos como en los procesos de desarrollo de los algoritmos, son algunas de las necesidades que se han comentado en este debate.

Además, estos algoritmos presentan una fortaleza que nosotros, como seres humanos, no tenemos, tal como explicó la Dra. Marta R. Costa-Jussà: “Así como a nosotros no se nos pueden borrar los sesgos, que ya nos vienen inculcados casi desde nuestro nacimiento, a un algoritmo lo podemos resetear, reentrenar y neutralizar. Aquí se nos presenta una oportunidad y es que los algoritmos pueden llegar a ser más equitativos que nosotros mismos, si así los entrenamos”.

Finalmente, todo esto no tiene sentido sin la confianza de la ciudadanía en la Inteligencia Artificial, así como en otros ámbitos de la ciencia y la tecnología. Para ello, es necesario apostar por una alfabetización tecnológica a todos los niveles, un marco normativo que nos proteja y garantice nuestros derechos humanos y un desarrollo de la IA desde un punto de vista ético e integrador.

Para más información sobre los siguientes debates de la segunda edición del ciclo “Inteligencia Artificial, ética y participación ciudadana”, puedes consultar el calendario de actividades en la página web del proyecto: http://iabcn.cvc.uab.es/